Tuesday, 29 January 2013

...en español.

Quisiera escibirte. Quisiera escribirte, plasmando tus perfectas imperfecciones en la tinta de esta pluma de ave frustrada, para luego releerte, aprenderte de memoria y gritarte al mundo entero con la fuerza de un condenado inocente.
Porque no soy más que eso: un condenado, sentenciado por siempre a contemplar tu revoloteo desde una jaula de fuegos que yo mismo me prendí con las sobras de lo que creí fue tu amor. Tu lujuria. Tu deseo de no acabar jamás y tu forma de nunca regresar. Miras al frente orgullosa y yo no puedo evitar recordarte a ti, de frente, orgullosa y desnuda, retándome a viajar al fin del mundo en ese susurro que empiezas y que poco a poco me desmonta cual tornado desbocado. Porque no hay mayor imperfección que tu boca, ni mayor perfección que tus labios y tus besos.
Prometes cosas que tu mirada no defiende, y a la vez siempre te desmontas con la facilidad de una caricia tras embestidas que duran a la vez horas y segundos, echando de menos ese calor que tanto rehuyes. Pero nunca te desmontarás más de lo que me desmontas a mí, cual hembra en celo, enfurecida, aunque ante todo dolida. Dolida porque sabes que solo yo conozco tus adentros. Tus tinieblas. Abismos. Y que aun así me quedo. Me quedo a pesar de que realmente creas y pretendas ser la bestia herida sobre la cual advierten en las películas, y la cruel dama de hielo que de alimenta de saliva y sudor para luego destriparte y llevarse tus pulmones con un breve "lo siento" que te deja sin aliento.
Vives libre y tu futuro a la vez nadie recomienda y todo el mundo desea. Asustas a la vez que levantas pasiones y corazoes amoratados. Desmontas corazas y destruyes defensas con una facilidadsurreal; pero sobre todo sombría. Gustas a muchos pero espantas al que se acerca demasiado, dejando sólo huesos y carcasas vacías de los valientes estúpidos que comparten tus festines de duración incierta.
Tus insinuaciones son tortura, sirena.. pero tuve suerte de que suspendieras clase de canto. Supe tus intenciones el segundo que apuntaste hacia mi mesa, y supe que jamás imaginaste lo que iba a caerte. Porque ninguna pobre diabla puede competir con un ángel caído, y ningún desierto fue mayor que el que estuviste dispuesta a recorrer por mi al segundo de cerrarte las puertas del cielo a un palmo de distancia. Ingenuo de mi.
Jamás pensé que tus caderas cantaran lo que tu garanta siempre calla; ni que tu cintura hechizara tanto como para obligarme a recorrer por ti y de rodillas ese palmo. Ni que tu, plantada, desnuda y sonriente abrieras las rejas con el roce de una carcajada, airearas tus alas y desaparecieras, dejándome a las puertas del Edén sin fuerzas para ignorarte y entrar, alejando de mi el hechizo que es tu pelo y el veneno que es tu mirada, haciendo que cualquier comparación entre ti y el cielo acabase en apocalipsis, pues cielo e infierno en comparación son odiosos.
Amas con locura y enloqueces al enamorado, dando media vuelta y volviéndote loca en pleno amor, abandonando promesas, tiempos mejores y recuerdos, y regalando los restos de tu encuentro al primero que ofrece un cigarro que valga la pena compartir.
Me llamaron loco por dejarme perseguir por ti, y demente por volver al humo a estas alturas. Lo que jamás comprendieron fue que yo te seguía a tí, con la esperanza de que me volvieses loco del todo, y que después compartieses conmigo el humo de ese último cigarro roto, ayudándome a desvanecerme en su humo, ya que en ti nunca pude.

No comments:

Post a Comment